Enseña a querer
- Javier Carrillo
- 15 feb 2016
- 1 Min. de lectura

La mamá de Nicolás siempre se quejaba de que su hijo era muy violento, golpeaba todo lo que veía, rompía las cosas y sus juegos eran muy violentos, inclusive terminaba lastimado por los duros golpes que les propinaba a las cosas. Su mamá siempre lo reprendía y golpeaba para que dejara de actuar así, sin embargo, Nicolás seguía actuando de la misma manera.
Un día, la mamá de Nicolás se sorprendió cuando vio a su pequeña vecina, la hija de la familia Serenidad, la hermosa y consentida Mónica, quien aunque tenía un muñeco de boxeo, no lo golpeaba, sino que lo abrazaba y jugaba con él, consintiéndolo y llamándolo por su lindo nombre, "Manchitas".
Ella se sorprendió y decidió hacer un experimento, compró un lindo pato de cristal y lo llevó a su casa, se lo obsequió a su hijo y le dijo que debía quererlo, jugar con él y consentirlo. Para su sorpresa, tras una semana, el pato de cristal seguía intacto, sobre una almohada, rodeado de palmas de plástico y enternecido por los muchos besos que Nicolás le entregaba.
Muchas veces creemos que la mejor manera de educar a las personas es mediante golpes, regaños o violencia, sin percatarnos de que nuestros hijos reproducen lo que les educamos. Si les regalemos un muñeco de boxeo y les enseñamos que lo deben golpear, eso es lo que harán, pero si les enseñamos a quererlos y tratarlos como un amigo más, ellos harán lo mismo que Mónica, aprenderan a querer.
Recuerda, las cosas, personas y animales deben ser cuidadas, enseña a querer.
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