Enseñando a reciclar

La mamá de Nicolás, sudada, cansada y asoleada, barría la calle, a la espera de su esposo e hijo, cuando vio pasar a la dulce Mónica, quien brillaba por sus rizos perfectos, acompañada de su respectiva madre, doña Sofía, quien llevaba tres canecas. Ambas estaban muy felices.

Pasaron varios días y la mamá de Nico notó muy extraño ver a Mónica salir corriendo hacia el parque para recoger una simple botella, recoger las hojas que estaban impresas por una sola cara y sacar de algunas bolsas de basura (claro está con las medidas de salubridad necesarias) montones de cartón para ingresar en una caneca gris.

Ramona, como se llama la madre de Nico, un día soleado, se atrevió a preguntarle a Sofía por qué recogían esa basura, cuestionándose si eso le generaba dinero. Sofía respondió que lo hacían por el medio ambiente y el futuro de sus hijos, porque ellos merecen tener un aire limpio para respirar y pastos verdes que transitar. Ramona desde ese día invitó a su familia a hacer lo mismo.

Muchas veces nos motivamos a hacer algo por el factor dinero o reconocimiento, olvidándonos que muchas acciones tienen sus resultados años después, cuando es ternurita de ojos dormilones y sonrisa divina puede vivir en un mundo sin contaminación.

Enseña a reciclar, enseña a vivir.